No se necesitan excusas para viajar, pero este viaje podría tener muchas. Podría ser un regalo de bienvenida al equipo DC para Imanol Yeregui y Marcelino Botín, dos mocosos de 14 años que surfean mucho mejor de lo que tú lo harás nunca. Pero no sólo es una recompensa, también se trata de que los chavales aprendan a viajar y moverse con autonomía, porque en un futuro cercano, muy probablemente ellos serán algunos de nuestros surferos que estén corriendo el circuito mundial. Y qué mejores consejeros para eso que Aritz Aranburu y el franco-brasieño Patrick Beven, dos competidores natos que no necesitan presentación y con un montón de experiencia viajando. Para ellos es una forma de desconexión del estrés competitivo, pero a la vez una puesta a punto para la ronda veraniega del circuito mundial.
El calor es insoportable, la humedad lo hace aún peor y nuestro vehículo se ha quedado atrapado en el barro. Esto tiene todos los ingredientes de un surfari, pero aún no hemos surfeado.
Para colmo ni las tablas ni el equipaje de Marce han llegado a destino, con lo que nuestro primer día en México empieza tirando a mal. Se unen al grupo Adan Hernández y David Rutherford, integrantes del team Quik-DC en México; ellos mejor que nadie para guiarnos hacia la zona de pointbreaks de derechas que tantas veces hemos visto en fotos y vídeos.
Los weys
Adan tiene 22 años y pinta de estrella del rock. Viene de Sayulita, un pueblo ceca de Acapulco donde abundan las izquierdas, así que está encantado de entrenar en derechas. Su surfing refleja su forma de ser, eléctrico, innovador...plancha rodeos como si nada y le hace gracia nuestra forma de hablar; mientras nosotros metemos la coletilla "wey" en todas nuestras frases, él no para de repetir "hostia chaval". David en cambio es un tío más tranquilo. Es de origen canadiense, pero nació y creció en Puerto Escondido. Cuando llegamos a los spots todos iban disparados al agua, en cambio él se tomaba su tiempo, pero cuando entraba rompía con su surf elegante e incisivo.
Una semana después de irnos se celebró el WQS 4* Quiksilver Pro Puerto Escondido, donde hizo historia en el surf azteca, consiguiendo la victoria ante su gente a base de tubazos. Derechalandia Poco a poco las cosas empiezan a fluir; los weys nos llevan a un pointbreak que está onshore pero terriblemente divertido. Imanol cede amablemente un bañador y una tabla a Marce y todo empieza a marchar como todos deseamos.
En la zona hay olas para todos los gustos, desde olas maniobrables ideales para un nivel medio, hasta olas de tubazos perfectas para un nivel más alto. El lugar parece que esté diseñado para surfear. Una sucesión de puntas que se adentran en el mar y que forman bancos de arena estables y perfectos para que los mares del sur-suroeste lleguen con periodos absurdamente altos desde el pacífico sur. Son olas tan buenas que aunque el viento no sea offshore, apenas se ven afectadas. Oralé! Gracias a las gestiones del team manager, Hugo Morales, llegan las tablas de Marcelino.
Tanto él como Imanol no dan crédito a las olas que están surfeando, las mejores de su corta vida sin duda. La variedad de repertorio de estos dos chavales es impresionante, y ambos destacan por cuidar el estilo por encima de todo. Su surfing se está forjando ahora y ya habrá tiempo para maniobras posibles e imposibles. Mientras, Aritz no para de coger olas que destroza de arriba abajo a base carvings, laybacks y maniobras no tan habituales en su repertorio como aéreos; por supuesto se hace los tubazos del viaje. Se nota que está disfrutando...casi tanto como Hugo, que más acostumbrado a bajar palas vírgenes en su snowboard, está flipando con el calor y las olas que está pillando.
Patrick es más paciente y va siempre a por las más grandes. En el ecuador del trip la mala suerte se ceba con él y en un giro se hace un esguince de ligamentos, por lo que tiene que dar por finalizado el viaje. Este contratiempo hace que nos replanteemos nuestro itinerario, y aprovechando que tenemos que llevar a Patrick al aeropuerto, cambiamos nuestro campo base a Puerto Escondido.
Río bravo Puerto no está cómo esperábamos, más bien grande y revuelto, pero encontramos la perfección unas cuantas horas al norte. Imagina una desembocadura de río con derechas interminables, tubazos y poquita gente en el agua; esto es Akadnum, como Mundaka pero a la inversa. Para llegar hasta aquí hemos tenido que conducir un buen rato para después agarrar una lancha que nos lleva media hora a través de la jungla. Entrar aquí da mucho yuyu; en el agua se ven tortugas, mantas rayas y hay todo tipo de bichos que no se ven pero se intuyen. Pero nada puede parar al grupo, el viaje está acabando y qué mejor colofón que este derroche de perfección.
El calor es insoportable, la humedad lo hace aún peor y nuestro vehículo se ha quedado atrapado en el barro. Esto tiene todos los ingredientes de un surfari, pero aún no hemos surfeado.
Para colmo ni las tablas ni el equipaje de Marce han llegado a destino, con lo que nuestro primer día en México empieza tirando a mal. Se unen al grupo Adan Hernández y David Rutherford, integrantes del team Quik-DC en México; ellos mejor que nadie para guiarnos hacia la zona de pointbreaks de derechas que tantas veces hemos visto en fotos y vídeos.
Los weys
Adan tiene 22 años y pinta de estrella del rock. Viene de Sayulita, un pueblo ceca de Acapulco donde abundan las izquierdas, así que está encantado de entrenar en derechas. Su surfing refleja su forma de ser, eléctrico, innovador...plancha rodeos como si nada y le hace gracia nuestra forma de hablar; mientras nosotros metemos la coletilla "wey" en todas nuestras frases, él no para de repetir "hostia chaval". David en cambio es un tío más tranquilo. Es de origen canadiense, pero nació y creció en Puerto Escondido. Cuando llegamos a los spots todos iban disparados al agua, en cambio él se tomaba su tiempo, pero cuando entraba rompía con su surf elegante e incisivo.
Una semana después de irnos se celebró el WQS 4* Quiksilver Pro Puerto Escondido, donde hizo historia en el surf azteca, consiguiendo la victoria ante su gente a base de tubazos. Derechalandia Poco a poco las cosas empiezan a fluir; los weys nos llevan a un pointbreak que está onshore pero terriblemente divertido. Imanol cede amablemente un bañador y una tabla a Marce y todo empieza a marchar como todos deseamos.
En la zona hay olas para todos los gustos, desde olas maniobrables ideales para un nivel medio, hasta olas de tubazos perfectas para un nivel más alto. El lugar parece que esté diseñado para surfear. Una sucesión de puntas que se adentran en el mar y que forman bancos de arena estables y perfectos para que los mares del sur-suroeste lleguen con periodos absurdamente altos desde el pacífico sur. Son olas tan buenas que aunque el viento no sea offshore, apenas se ven afectadas. Oralé! Gracias a las gestiones del team manager, Hugo Morales, llegan las tablas de Marcelino.
Tanto él como Imanol no dan crédito a las olas que están surfeando, las mejores de su corta vida sin duda. La variedad de repertorio de estos dos chavales es impresionante, y ambos destacan por cuidar el estilo por encima de todo. Su surfing se está forjando ahora y ya habrá tiempo para maniobras posibles e imposibles. Mientras, Aritz no para de coger olas que destroza de arriba abajo a base carvings, laybacks y maniobras no tan habituales en su repertorio como aéreos; por supuesto se hace los tubazos del viaje. Se nota que está disfrutando...casi tanto como Hugo, que más acostumbrado a bajar palas vírgenes en su snowboard, está flipando con el calor y las olas que está pillando.
Patrick es más paciente y va siempre a por las más grandes. En el ecuador del trip la mala suerte se ceba con él y en un giro se hace un esguince de ligamentos, por lo que tiene que dar por finalizado el viaje. Este contratiempo hace que nos replanteemos nuestro itinerario, y aprovechando que tenemos que llevar a Patrick al aeropuerto, cambiamos nuestro campo base a Puerto Escondido.
Río bravo Puerto no está cómo esperábamos, más bien grande y revuelto, pero encontramos la perfección unas cuantas horas al norte. Imagina una desembocadura de río con derechas interminables, tubazos y poquita gente en el agua; esto es Akadnum, como Mundaka pero a la inversa. Para llegar hasta aquí hemos tenido que conducir un buen rato para después agarrar una lancha que nos lleva media hora a través de la jungla. Entrar aquí da mucho yuyu; en el agua se ven tortugas, mantas rayas y hay todo tipo de bichos que no se ven pero se intuyen. Pero nada puede parar al grupo, el viaje está acabando y qué mejor colofón que este derroche de perfección.