jueves, 2 de enero de 2014

Cabo Verde

Publicado el jueves, enero 02, 2014No hay comentarios
¿Cuántas veces has acabado tan cabreado que tus colegas aún te recuerdan que tú también tienes tu "lado Jekyll"?
Unas veces por las malas previsiones y otras porque después de preparar un surftrip a conciencia te encuentras con que el viento, el clima y las olas no cooperan. La mayoría de los windsurfistas se hacen la misma pregunta en esos momentos: "¿por qué estoy haciendo esto?" Lo mismo sucede con los mejores profesionales.

Pasar cuatro semanas en una isla llamada Sal situada a medio millar de kilómetros del continente africano podría ser sinónimo de olas y condiciones perfectas, pero también podría terminar en una cadena de frustraciones masiva. Sin viento, sin olas, sin resultados en una prueba de Wave de la PWA, y sin posibilidad de rodar escenas para Minds Wide Open, mi próxima película de windsurf. Tratando de sacar lo mejor de la mala suerte, nos dedicamos a exprimir las condiciones que nos permitían hacer stand up, surf, además de explorar la belleza de este remoto lugar. Al final, Ricardo Campello, Marcilio Browne, Kauli Seadi, Philip Köster, Víctor Fernández y todo el equipo decidimos regresar a casa, pero estábamos seguros de que volveríamos. El plan inicial era aprovechar las grandes olas que proporcionan los alisios en febrero.

Después de algunos momentos críticos a la hora de sincronizar las agendas de todos los protagonistas, conseguimos ver una previsión surgida prácticamente de la nada. El Atlántico se había quedado en calma durante semanas y de repente aparecían olas y viento justo en el tramo final del período pronosticado. Era la señal de que teníamos una nueva oportunidad. Marcilio acababa de aterrizar en maui procedente de Sudáfrica y fue el primero en reservar el billete a Cabo Verde. Todos los demás despertaron del letargo invernal.



Víctor acababa de regresar de la gala de los Premios Laureus, Ricardo compartía casa con Kauli, y Philip también estaba dispuesto a regresar a Sal, aprovechando el hueco que les quedaba antes de irse al photoshooting de Starboard en Australia. El punto de encuentro era Lisboa seis días antes de que las "big waves" llegaran a nuestro destino, según la previsión soñada. Todos estaban allí excepto Philip, cuyo vuelo desde Gran Canaria se había retrasado y perdió la conexión y tuvo que cancelar su participación a última hora. Y en Sal, el juego de la espera continuó.

No muchas olas pero al menos algo de viento. Ponta Preta Checking de última hora en Ponta Preta. No hay swell. ¿Dónde están las olas? Me entró la ansiedad otra vez. Vinimos a hacer algo grande y no hay nada que ver... Pero al día siguiente esto es otra historia. El spot ha cambiado. Es algo completamente diferente. Gotas de agua salada pulverizada volando por el aire, viento fuerte, olas rompiendo con cierto estruendo. Se podía sentir la tensión por parte de los chicos cuando aparecimos por primera vez en Ponta Preta. Decidimos navegar primero en Alibaba. Una ola increíble.



¿No es increíble que estas hermosas olas, siempre llenas de energía, hayan surgido en una tormenta a miles de kilómetros de distancia y desarrollado tanta energía aquí creando las condiciones perfectas para que un grupo de amigos saquen uno detrás de otro los aerials más locos?
La sesión fue inenarrable. Después de dos horas, volvimos a Santa Maria con tres equipos rotos, dispuestos a conseguir comida y a lograr una sesión aún más grande en Ponta Preta. Después de un poco de retraso a causa de un reventón y sin herramientas para cambiar la rueda, llegamos a Santa María con bastante retraso. Así que no hay mucho tiempo para la comida. Pescado en Josh's Place y de vuelta al rodaje. Ponta Preta funcionaba.

Tuve el placer de nadar dentro y ver la acción de cerca. Esta ola es irreal, tan larga, tan limpia, tan potente. Hay que aceptar el compromiso y esperar que cada error que cometas no te pase factura. Pero si entras sabes que vas a recibir una ración de perfección y tus sentimientos la van a reconocer. Ricardo rompió cinco mástiles y todavía era capaz de mantener una gran sonrisa después de esta sesión, que nos ha motivado a cambiar los vuelos de regreso y hacer la estancia más larga.


Cabalgamos más y más olas, disfrutamos de tiempo excelente, del viento y conocimos a gente muy agradable. Y al final se sienta uno en el hospital y escribiendo este texto comprende. El juego de la espera es una parte del todo. Es un deber. Sin él no somos capaces de apreciar la belleza de un día perfecto. Parece una locura que Marcilio venga de Maui pagando un montón de dólares sólo para navegar esta ola, más teniendo en cuenta que Maui no es considerado precisamente como un lugar donde el mar sea plano. Aún así este día perfecto vale la pena y compensa todos los esfuerzos de cada uno para llegar hasta allí y cumplir el objetivo marcado.
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