Lyon es una de las ciudades más hermosas de Europa. Declarada Patrimonio Histórico, Cultural y Artístico de la Humanidad, al suroeste del país, está más cerca de Suiza que de la capital de Francia. Tras París, es la ciudad más grande del país vecino. Sin embargo, conviene decir que su población no llega al medio millón de habitantes. Por tanto, es una ciudad asequible: la sensación es que hay mucho para ver, pero que bien gestionado el tiempo, lo podemos hacer sin agobios y en profundidad.
En este viaje iremos de la mano de Santiago Esbert. Él es un estudiante español que por segundo año consecutivo a elegido pasar allí su verano, de la mano del Institut français de España en Madrid: "La experiencia que tuve en Lyon fue rozando lo excelente. Aunque conocí a españoles y me junté con ellos, el nivel de francés con el que volví no se parecía ni de lejos al nivel con el que empecé el verano.
Me lo pasé tan bien y lo aproveché tanto que repetiré plan este verano. Pensé en ir a Burdeos, también con ellos, pero después de darle más vueltas decidí repetir Lyon". Las estancias no solo nos dan la oportunidad de conocer una ciudad en su cara más turística, también sirven para profundizar en la cultura y convertirnos durante un tiempo en auténticos vecinos. Aunque con el Institut existe la posibilidad de ir a una residencia, la opción más económica es la de la familia. En el caso de Santiago fue todo un acierto: "Es un señor, ya algo mayor. Sus hijos ya se han ido casa. Encajé a la perfección. Hemos seguido en contacto durante todo el año a través de correos y de Facebook así que estamos contentos por volver a encontrarnos".
Solucionada la estancia, y en el caso de Santiago, solventada la inquietud por aprender un idioma, nos disponemos a visitar la ciudad. Lyon se enmarca entre los ríos Saona y Ródano. Una regla no escrita nos dice que las ciudades fluviales tienen un encanto especial. Los ríos han sido durante siglos un medio de transporte natural, y por tanto en sus lechos han crecido ciudades vivas. Lyon no es la excepción y guarda vestigios de sus más de dos mil años de historia. "Es obligado subir a la colina de Fourvière nos dice Santiago.
En la lanzadera subimos en un momento pero vale la pena hacer el trayecto andando por la cantidad de callejuelas que te vas encontrando. Arriba se encuentra la Catedral de Notre Dame de Fourvière, con una arquitectura bastante curiosa. Vale la pena la vista, sobre todo al atardecer o al amanecer. Además, en la subida o la bajada puedes pasar por los anfiteatros romanos, bastante bien conservados". En múltiples guías podemos leer que en Lyon conviven en armonía el esplendor del pasado y la modernidad. "Os tenéis que perder en la madeja de calles y callejones que alberga el viejo Lyon, al pie de la colina. Siempre con gente y siempre con buen ambiente, es buen sitio para comer en los típicos Bouchons Lyonnaises o para tomar unas cervezas por la noche en todos los pubs que hay a la orilla del río.
Encontramos las tiendas con más encanto de Lyon y el Museo de las Miniaturas, muy curioso desde el momento en el que nos ponemos delante de su entrada en la calle principal". Su contraste está en el centro de Lyon, que es la zona más turística. Entre la Place Bellecour y la Place des Terreaux se concentran las tiendas más actuales y el resto de pubs y sitios en los que tomar algo por la noche. La Place Bellecour es la plaza peatonal más grande de Europa.
viernes, 3 de enero de 2014
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